sábado, 19 de enero de 2008

Navidad jubilosa

La Navidad es una celebración que suele resultar peculiar. Muchos nos enfrentamos a ellas con cierto estrés y es que en los memomentos en los que se reúne toda la familia hay más posibilidades de que afloren tensiones no resueltas. La tensión nos bloquea y nos predispone a meter la pata y a dejar para el recuerdo “entrañables” anécdotas navideñas. Nadie escapa a la Navidad.

Si un extraterrestre bajara a la Tierra y preguntara por nuestras costumbres navideñas, lo tendríamos bastante claro: el turrón, los regalos desacertados, el anuncio de la Lotería, el belén al que siempre le falta una figura, la borrachera de Fin de Año, el árbol que desafía la ley de la gravedad porque nos hemos pasado con las bolas… Pero, sobre todo, habría que hablarle de esos encuentros familiares que generalmente sólo se producen en bodas, bautizos, comuniones… y Navidad.

Unas celebraciones que, sea por la razón que sea, suelen resultar peculiares. Tanto que el cine ha visto un filón en ellas. Y, curiosamente, el género elegido suele ser la comedia. Ya lo probaron en España, y con mucho éxito, los directores de “La gran familia”, “Plácido” o “El día de la bestia”. Y fuera de nuestro país, también hay para elegir: “Pesadilla antes de Navidad”, “Los fantasmas atacan al jefe”, “Padre en apuros”, “Love actually”…

Por eso parece que no es casualidad que estas fiestas resulten cómicas para un considerable sector de la población. De hecho, aquello de “La Navidad, ¿bien o en familia?” encierra mucho más que un simple chiste. Incluso los psicólogos encuentran una explicación obvia a que en estas fechas sea cuando más anécdotas extravagantes se producen. Para empezar, porque muchos nos enfrentamos a ellas con cierto estrés, y no sólo porque hay que comprar los regalos en tiempo récord o preparar una cena que irremediablemente será criticada por nuestros familiares más envidiosos, también porque en los momentos en los que todos nos reunimos hay más posibilidades de que afloren tensiones no resueltas, según explica la psicóloga clínica Ana Teresa Picchini: “Los celos al hermano, la envidia por ser el favorito de mamá, la competencia que nos obliga a aparentar lo que no somos o tenemos… Casi todos sufrimos tensiones que sólo afloran en momentos puntuales, como cuando se reúne toda la familia… Y ahí puede pasar de todo”, dice. Por ejemplo, que el más maduro de la familia tenga un arrebato de un niño de tres años porque su regalo no le ha gustado.

RECIÉN LLEGADOS Y AUSENTES

Y eso sin contar con los nervios propios del cuñado no aceptado por su familia política, la nuera recién llegada, el tío soltero que se pasa con el vino, el sobrino que pregunta por el tío ausente a su tía recién separada… En resumen, que la tensión nos bloquea y nos predispone a meter la pata y a dejar para el recuerdo “entrañables” anécdotas navideñas. O, en el mejor de los casos, a vivir situaciones surrealistas. Por eso, tendríamos que explicarle al extraterrestre que en esto somos un tanto extraños. Y también que, si se quedara, acabaría por comportarse como nosotros. Porque nadie escapa a la Navidad. Ni siquiera conocidos personajes que nos cuentan sus “mejores” recuerdos navideños.


DECALOGO PARA TENER UNA CENA EN PAZ

La cena de Navidad puede provocar algunas tensiones en la familia. Para evitar conflictos y tener una cena tranquila y armoniosa pon en práctica estos consejos. Ya pases la velada en casa de tus suegros o en tu propio hogar cuida los pequeños detalles y la noche saldrá redonda.

EN CASA DE TUS SUEGROS

1. Estás en terreno enemigo: cuanto más tarde llegues, mejor. En Nochevieja, con cinco minutos antes de las uvas sobra.

2. Explica que eres alérgico. Así podrás rechazar todo lo que no te guste.

3. Si hay langostinos, pélaselos a tu mujer. Tus suegros creerán que ayudas en las tareas del hogar.

4. Deja el coche mal aparcado. Será tu comodín para escapar un rato cuando lo necesites.

5. Si vas con niños, llévalos atados físicamente... o psíquicamente con la “Game boy”.

6. Si en la mesa se habla de política, nunca te pongas serio. Di que eres de Izquierda Unida y verás como todo el mundo se ríe.

7. Lleva una película de DVD de estreno para evitar que te pongan las diapositivas de cuando eran pequeños.

8. Si eso no es suficiente, di que eres miope y que te has dejado las lentillas en casa.

9. Ríele todas las gracias a tu cuñado. Nunca está de más tener un aliado.

10. Si tu suegro ejerce de Rey de la familia, no hables mucho a ver si te va a decir: “¡Por qué no te callas!”.

EN TU PROPIA CASA

1. Si no quieres “meter la gamba”, elige un menú sencillo. No es momento de ensayar.

2. No peles los langostinos diciendo que el marisco está por las nubes o lo tirado que sale el solomillo congelado.

3. No lo dejes todo para última hora si, además de los lomos de merluza, pretendes hacerte la cera y el bigote (con perdón).

4. No les recibas con chándal y a lo loco (o en zapatillas y con collar de perlas).

5. No quieras emular el redondo de tu madre y, menos, la pescadilla de tu suegra. La crueldad existe en Navidad.

6. No prepares unos sándwiches para los niños con la excusa de que no comen de nada… ni les saques a la terraza con la excusa del cambio climático.

7. No es necesario ser tan “in” como para escuchar el “ande, ande, ande” en inglés…

8. No dejes la bebida en manos de terceros. Es mejor que el cuñado rumboso se encargue del vino.

9. No cuezas langostas. Se ha demostrado que al escaldarlas “gritan”.

10. Si tu suegro saca un puro dispuesto a hablar de política, dale una pandereta y una zambomba o tápale la boca con un langostino.

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